lunes, 12 de octubre de 2015

¡¡Muuuushossss Añooooossss!!

NOTA 1: Juro que quería escribir esto cuando llegué a mi casa, pero me quedé dormida en el baño, en la cama y encima del escritorio.
NOTA 2: Juro que quise escribir el sábado, pero cuando tuve tiempo ya me había quedado dormida y desperté en el sillón a las 2 de la mañana, con un poquito de baba arrancándose de la boca y las rodillas casi en llamas por la estufa.
NOTA 3: Ya es lunes en la madrugada, espero terminar y poder dormir en paz, porque anoche llegué a soñar que tenía que terminar de escribir esto xD
NOTA 4: Aún es lunes, pero ya se pasó todo el día y todavía no termino. Vergüenza en mí...

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Estaba yo, en pijama, cuando ofrecimiento salvaje para beber apareció. Obviamente, no podía rechazar tan magna invitación, menos viniendo de la vieja escuela del fan club de Sonata Arctica (sí, estuve en un fan club y hasta fui tesorera).

Todavía pasada a cama, a las 11 de la noche, me emperifollé y me abrigué como hijo único porque hacía más frío que la chachu y partí hacia el infinito (Barrio Bellavista) después de echarme en remojo en la ducha. PERO la noche empezó mal: tomé el colectivo que me deja en la plaza de Puente Alto ¡y no tenía plata para pagar! Así que le dije al chófer que me dejara ahí mismo donde me había parado y le dije: "Solo tengo $400, disculpe" (era verdad, aún no pasaba al cajero). Pero mi cara de pena y frío debe haber sido suprema, porque el caballero me llevó igual por los miserables cuatrocientos pesos y llegué a la plaza sana y salva a tomar la 210. Porque la 210 te lleva a donde tú quieras llegar oee zii~

Cuento corto, fui la única que pagó el pasaje entre unas quince personas, me senté, me puse audífonos y empezó la travesía. Sí, travesía, porque antes de llegar a Plaza Italia me vomitaron, me escupieron y me tiraron cerveza encima. ¡Y el carrete todavía ni empezaba! No se auguraba muy auspiciosa la noche...

Al llegar a Bella, recordándome a mi misma constantemente que tenía que pasar al cajero, caminamos hacia el cerro San Cristóbal conversando cosas de suma importancia, como fue el capítulo estreno de The Switch, que me perdí porque me fui a dormir temprano, luego de haber visto el infartante partido Chile - Brasil. Casi al llegar al bar (Road House Blues, vayan cabros, está re bueno y las tablas son terrible contundentes (aunque no tocan mucho blues xD)), me di cuenta que no habíamos pasado al cajero... Vuelta a empezar... Porque el único cajero estaba en Patio Bellavista (¿han entrado alguna vez a esa hueá? miras los precios y te pones a llorar por ser tan clase media), con una fila enorme. Hasta que una tipa que iba saliendo gritó algo sobre un cajero vacío más adentro. Alexis fue el encargado de ir a revisar el lugar y que no fuera el mismo cajero fuera de servicio al que ya habíamos pasado. Con Isra hicimos la fila en el primer cajero y la llamada milagrosa nos salvó de morir petrificados esperando nuestro turno. Logramos sacar dinero y fuimos al bar a tomar... Juguito de frambuesa, obvio.

Cuando llegamos, la música taladró tanto mis sensibles oídos de princesa, que quedé sorda instantáneamente, así que chiquillos, hice como que los escuché toda la noche, pero no oí una mierda de lo que decían. No habían mesas dentro del local, así que - como buenos pobres - nos fuimos a sentar a las que estaban fuera, cagados de frío y tomando cerveza helada. Bien ahí... Quisiera decir que tuvimos conversaciones trascendentes y relevantes, con mucho contenido cultural y sapiencia, pero a quién queremos engañar... Terminamos hablando de los ex, cuántos kilos habíamos ganado, qué tan mierda había terminado todo, los accidentes de auto, los tobillos quebrados, los cambios de casa, el clima y el precio del dólar (bueno, esto no lo hablamos, pero debió haber sido un tema, es muy importante). Tampoco hablamos del clima, pero bueh...

Después de ¿una hora? cagándonos de frío afuera, pasamos al interior, pedimos una tablita con pollo, papas fritas y aceitunas. El barman - amigo de mis amigos - nos llenó los vasos vacíos (qué buena canción de Los Fabulosos Cadillacs) y seguimos tomando juguito de frambuesa. Estábamos en lo mejor (haciendo nada y viendo los vídeos que pasaba el DJ por la tele) cuando empezó a sonar una campana, o eso creí (luego descubrí que era el barril de cerveza) y Alexis empezó a grabar. Resultó que el sonido era un llamado de atención al show que venía a continuación: el Casco Ruso. Gracias a lo alto de la música, primero escuché que me decían Gasco Ruso, lo cual, obviamente, no tenía sentido alguno. Pensé que ya estaba ebria con tanto jugo de frambuesa. 

El barman puso tres vasos de shot en la barra y, no estoy segura de lo que echó, pero si era rusa la cuestión debía ser kvas, obvio. Aunque, pensándolo bien, probablemente fue vodka. Nuestro pintoresco bartender le calzó un casco negro al Isra, más semejante a un casco de cotillón que a uno de verdad, y golpeó el primer vasito de shot en la barra y después en la cabeza de mi ¿desafortunado? amigo. Y me dije a mí misma: "Misma, qué chistoso esto, por eso le llaman Casco Ruso, el golpe en el...". Y mi pensamiento se detuvo cuando el barman repitió la acción, pero ahora golpeó sobre el casco con un extintor tamaño jumbo y después ¡con un jodido barril de cerveza! Si el vodka no mató unas neuronas, seguro que los últimos golpes dejaron como mínimo un tec cerrado. Y todo quedó grabado en vídeo ashe dé (quiero ver ese vídeo). Luego, Alexis, como todo un caballero, me preguntó si quería tomar un Casco Ruso... ¡Ni cagando! Ya tengo suficiente titanio en un solo pie, no quiero más placas en el resto de mi cuerpo.

Después de esa extraña y poco convencional manera de beber alcohol, seguimos en lo nuestro: de pie frente a la barra, comiendo y bebiendo. Hasta que... Compañero salvaje del Isra apareció de la nada y empezó a presumir su reloj, la pérdida de peso y su doctorado en cómo correr. Nunca entendió que tengo disfunción patelofemoral en ambas rodillas y un pie operado lleno de titanio. El tipo insistía en que yo no sabía correr y que mientras más me alejara de la bicicleta, más lograría sentir mis piernas, o algo así. Ni que fuera meditación espiritual la hueá. Después le dio el discurso sobre cómo correr al Alexis, así que me escapé y terminamos hablando de los ex con Isra, nuevamente... Después de las clases sobre cómo correr adecuadamente, el maestro de la filosofía de pies planos para correr, intentó bailar metal de manera sensual. ¡Sensual! ¡Metal! A menos que sea Girls, girls, girls, de Mötley Crüe, dudo que el metal pueda ser bailado de manera sensual. Claramente, él no lo logró. Y mis ojos jamás lo olvidarán...

La noche ya era extraña por sí sola, pero aún más extraño fue cuando el señor don barman nos hizo señas a todos los que estábamos cerca de la barra para que nos apachurráramos y empezó a servir shots de vodka con limón. Fue la peor limonagria de mi vida. Quemó hasta el infinito y, bueno, siguió quemando... Nadie preguntó de dónde venía el copete, obviamente, había que puro tomar máh ná te digo oee ziii... Después nos enteramos que había sido un polaco sentado en el extremo de la barra, que no hablaba una pizca de español. Todo mi respeto y loveo para él, que invitó a un montón de desconocidos una ronda. Quizá quería ser popular y garcharse a una minits. Pasan qué cosas en esta vida.

Cuando ya estaba empezando a animarme, dijeron que el bar cerraba y nos echaron. Literalmente: "Saben que ustedes también tienen que irse", dijo una de las garzonas washonas. Así que nos fuimos. Chaquetas cerradas hasta el cuello (¿mencioné que hacía un frío de mierda?), partimos abrazados los tres intentando coordinar los pasos. Que bueno que no era gincana, de seguro perdíamos. También nos acompañó el salvaje y sensual amigo con doctorado en cómo correr, pero cuando cruzamos Vicuña Mackenna en dirección hacia el paradero de la 210, nuestro experto en trote salió corriendo y desapareció... De la nada... Así, paff... Nos miramos con cara de qué hueá  y me devolví a buscar al tipo, preocupada, o algo así. Hasta que un  McDonald's, rebosante de comida y malos olores, se cruzó en mi camino, así que decidimos pasar. Total, mi Junaeb invitaba. Hasta que ordenamos y la cajera dijo que no había sistema. ¡Y yo que quería un Cuarto de libra con queso! Al final, Alexis se paleteó con unas hamburguesas y compartimos mesa con unos cabros que estaban haciéndose un porro ahí en el local. Suave xD Cosas que uno ve de noche en los alrededores de Bella. Eso y que los muy @#~$%& del local me apagaron la luz del baño cuando fui a orinar y tuve que achuntarle a la taza (ni que fuera baño de bus...). Nos devoramos la comida y caminamos hasta el paradero. Por primera vez en mi vida, el colectivo pasó enseguida y tampoco tuve que hacer fila. Con esa suerte, me compraba un Kino si veía un local abierto. Igual tomé el colectivo porque la 210 pasó llena y no quería estaba en condiciones de irme de pie. Así que me aburguesé y pagué colectivo, así bien pudiente. Resulta que el colectivo salía más barato de lo que tenía calculado y me alcanzó para tomar taxi hasta mi casa después de bajarme en la plaza de Puente.

Bueno, la noche había empezado mal, se puso regular y terminó más que divertida junto a los viejos amigos. Hasta que llegué a mi casa, abrí la puerta de la calle, entré y la volví a cerrar, busqué la llave de la puerta de la casa y la maldita puerta no abrió. Me dije que seguro no había entrado bien y lo intenté de nuevo. Pero nada... Luego recordé que la puerta no abre cuando están las llaves puestas al otro lado. Y, con todo el miedo del mundo, tuve que golpearle la ventana de la pieza a mi hermana para que saliera a abrirme. Respondió con un suave y amable "¡Ahhh... No me wei!", y pensé que iba a tener que pasar la noche en la casita de perro que tengo en la calle para los perritos callejeros de mi villa. Hasta que la puerta se abrió y mi hermana me miró con una cara que podría haber usado en Halloween. Le di las gracias, entré, prendí el calientacamas (con este clima tan raro preferí no sacarlo, nunca se sabe) y también encendí el computador con la idea de dedicar unos párrafos a dos grandes amigos a los que, sin darme cuenta, extrañaba bastante. Pero me quedé dormida en el baño, en la cama y encima del escritorio, así que mejor me fui a dormir. FIN.



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~










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