viernes, 30 de octubre de 2015

Esto es Halloween, esto es Halloween, Halloween, Halloween, Ha-Ha-Halloween ~

Sí, sí, ya sé que halloween es mañana. Los feriados más fomes de la vida son los feriados en fin de semana. Nadie se entera que es feriado, no te dan día sandwich en la universidad/trabajo/colegio/etc. y la festividad pasa más desapercibida que yo en el metro con mi 1.50 m de estatura.

Muchos mitos hay en torno a esta festividad extranjera como la catalogan los menos asiduos a juntar caries por tanto dulce en esta época del año. Que no es de nuestra cultura, que diaboliza a los niños, que mejor los disfrazamos de cosas lindas para que no se perturben sus almas, que Dios, que los evangélicos que ahora tienen feriado... Como si celebrar la Pascua de Resurrección y el Año Nuevo se hubieran inventado aquí, justo en Chile. Hasta donde sé, el único feriado nacionalmente nacional son las fiestas patrias. Y no quiero ponerme a hablar de aquellos que se dan con una piedra en el pecho en esta fecha por lo sacrílego de halloween y no saben ni hacer el paseo en un pie de cueca. Me los paseo a todos ustedes, mis no asiduos lectores, si son de ese grupo anti-haloween y, a la vez, no saben bailar cueca. Igual los amo. Carajo, le hablo a un público ficticio que no lee esto, como si tuviera un millón de fans xD

Cuando era pequeña (de edad, porque mido lo mismo desde que nací), mi padre era de esas personas que no estaban de acuerdo en celebrar halloween, porque era diabólico, satánico y pagano. Y, bueno, por esas cosas de la vida, tampoco sabe bailar cueca. Mire usté... Bueno, el asunto es que yo tenía una tía abuela (en paz descanse) que vivió un par de años en Gringolandia y allá el halloween es da rial poh bro, con mucho adorno y parafernalia. Cuando ella volvió a Chile, se convirtió en esa selecta elite pseudo-extranjera-acomodada que celebraba halloween. Digo selecta porque hace solo un par de añitos esto se masificó en la clase C3 de nuestra sociedad, antes de eso solo en algunos sectores más pudientes se conocía sobre esta tradición que no es gringa, obviamente. Si usted considera que mi comentario es muy clasista, me la suda, porque hay bibliografía que respalda esta opinión (pondría un enlace, pero con cuea sé abrir el correo para escribir aquí), que no tiene otra intención que la de ejemplificar los cambios sociales que han ocurrido a lo largo de los años. Esta tía mía celebraba el halloween a todo cachete, adornando la casa con mil cosas, fantasmas, sonido, y, obviamente, kilos y kilos de dulces. Sus vecinos también. Pa que usté se haga una idea, esto era en el sector de las casitas que aparecían en la serie Bakan, de Mega, así que todo era bien cachilupi y pipirisnais. Cuando íbamos a verla, mi mamá me ponía la tenida de salida poh oye, esa que solo estaba permitido usar cuando ibas a un lugar donde tenías que verte arregladito y ordenado. Mi problema es que a mi hermana chica también le tenían la misma tenida: pantalones rosados (con un cordón en la cintura que se me enterraba y me cercenaba la guata) y una polera blanca sin mangas con estampado de Winnie the Pooh. Sí, leyó bien. A mi hermana y a mí nos vestían con la misma ropa. Que bueno que crecimos...

Sinceramente, no recuerdo si fui a celebrar algún halloween allá en el barrio alto. Lo que sí recuerdo son los halloween en la casa de mi tía (la misma y única que siempre lee y comenta el blog), en un barrio menos alto, pero pipirisnais igual, porque es un condominio. Entonces, la sociedad chilena, haciendo gala del siutiquerío, término acuñado hace más de un siglo para definir cosumbres de la clase alta que la clase menos acomodada quería imitar, empezó a celebrarse el halloween en otros sitios que no eran ABC1, sino más bien de letra C. Y mi tía compraba muchos dulces, nos disfrazábamos para llevar a mis primas pequeñas a pedir dulces y partíamos a recorrer el condominio en busca de caries que después eran cubiertas con masticables, ojalá de manzana verde y Arcor. Recuerdo que mi tía a veces me mandaba a mí a dar dulces a los niños que pasaban a pedir a la casa. Y me retaba porque les daba un montón y las bolsas quedaban vacías en poco tiempo. Pero, ¿dónde estaba la lógica adulta entonces? Obviamente, si un niño le reparte dulces a otro niño, le va a echar un montón, porque la lógica es que tú eres niño y también pides dulces, y miras feo a esa señora que te echa solo dos caramelos en la bolsita, y tu odio traspasa tu máscara de Jason de luca, pero nada importa, porque no le inspiras lástima de más dulces a la señora. Entonces, cuando te toca a repartir a ti, dices "No más", y le echas la bolsa entera a ese niño que sabe tan bien como tú lo sacrificado que es caminar toda la noche buscando dulces para poder comer hasta fin de año sin gastar de tu propio dinero. Bueno, esa era mi lógica.

Quisiera decir que después de los 15 dejé de pedir dulces, pero no fue así. Mi hermana creció y me arrastró con ella a seguir el ritual de disfrazarnos y salir a la calle en halloween. Como medimos 1.50 cada una, pasa piola. Ahora, a veces estamos ordenando algún sector de la casa y encontramos bolsas con esos dulces que al final nunca logramos comernos, de haloweens pasados hace como tres, cuatro o años. Eso no es lo gracioso. Lo chistoso de todo eso es que nos preguntamos qué tan mal nos harán esos dulces vencidos hace milenios si decidimos probarlos. Bueno, estoy aquí escribiendo, así que nada grave sucedió.

Con los años, caminar eternamente y quedar cansado por unos miserables dulces que nunca terminaría de comer, el ritual se volvió aburrido. Empecé a salir a parrandear y la Open Blondie se convirtió en mi aliada en estas fechas. Buena música, copete caro (como en todas partes), baños de mujeres repletos, 8 ambientes y lo que todos callan, pero que todos piensan: la única fecha del año donde puedes parecer maraca y decir que es tu disfraz. Vamos, que todos han pensado eso alguna vez. El que diga que no es un mentiroso. Todo el mundo opina respecto a esto: los hombres, que su amiga se ve entera rica aunque se vea maraca, pero qué importa, ellos pueden verla y disfrutar. Mejor si está un poco ebria. Las mujeres también piensan que su amiga se ve media maraca, pero desde la envidia. Es como si dijeran "No puede ser, la muy maraca se ve más maraca y más rica que yo... Qué maraca esa maraca". Sprite, las cosas como son.

 Igual me gusta disfrazarme, por eso hago cosplay (sí, a veces, gracias), y halloween es la oportunidad perfecta para improvisar algo medio spooky, sexy, divertido o todo a la vez. Aún no sé qué usaré mañana y solo quedan un par de horas. Quizá recicle el corset, pero nada me convence aún. Estoy segura que llegaré de jeans y zapatillas a mi junta halloweenesca. De solo pensar en usar zapatos de taco alto me duelen los pies, porque verse bien y estar cómoda no siempre va de la mano. Sí, creo que usaré zapatillas. Nunca sabes si tienes que arrancar de un zombie o de tu vecino...

Feliz Halloween a todos~ 

PD: Aprendan a bailar cueca si se van a quejar de las festividades extranjeras que se celebran en estos días. O averigüen sobre el real origen de esta fiesta. Eso será tema para otra entrada, tal vez.


10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~

miércoles, 28 de octubre de 2015

Nazismo Matutino

Bueno, el título habla casi por sí mismo. Todos sabemos de qué va el nazismo, ¿no? Según Wikipedia, "Los nazis instauran el control reproductivo de la sociedad alemana. Es imperiosa la necesidad de crear nuevos arios y sacar de circulación a aquellos que presenten defectos en nombre de la higiene racial, promoviendo la eugenesia y recurriendo a la eutanasia si hacía falta". En eso pienso cada mañana cuando me embarco en mi habitual viaje de una hora y media hacia el centro de la ciudad para ir a estudiar. Hablando de vivir lejos, una vez tuve una compañera que vivía en Rancagua y se demoraba menos que yo en llegar a clases. Me hacía bullying...

Retomando el nazismo, como todos sabemos y esto no es una clase de historia, los nazis querían eliminar a las razas menos puras para mejorar su propia especie, en detrimento de las demás. Y cada vez que tomo el condenado metro o uso Transantiago, pienso en eso. En esas ganas incontebibles de matar gente solo porque sí, sin razón aparente, y hacerlo pasar por limpieza de raza. En, al menos, esterilizar a algunos para que no dejen crías vivas en este planeta, porque, ciertamente, hay gente que está aquí simplemente gastando oxígeno.

Siempre me preguntó por qué la gente viaja en auto a sus trabajos, con esos tacos interminables de ida y de vuelta, lleno de bocinazos encabronados de gente enojada con la vida, hueones que no te dan la pasá ni aunque les hagas un queque, chóferes imprudentes que adelantan como si estuvieran en Rápido y Furioso y terminas encontrándotelos igual una cuadra más adelante porque se quedaron pegados en el semáforo que justo dio rojo, gente que recién está aprendiendo a manejar y avanza a 2 kilómetros por hora, o los que recién sacaron el auto de la automotora y van sin patente, manejando despacito para que el aire no les vaya a rayar el auto. Son los que tienen el auto un año entero con el plástico protector en los asientos, no sé por qué no les compran fundas... Con todas esas cosas malas, ¿quién quiere andar en auto por las mañanas? Yo no, me digo, porque no tengo auto y soy pobre. Así que tomo micro, metro, colectivo, bicicleta, patines; de todo, menos auto. Entonces está el otro dilema: usar el transporte público. Con la gente apretada como sardina, el olor a poto encerrado de los hueones cochinos (ni los lunes huele bien), las señoras velociraptor que te atacan salvajemente con sus carteras o el poto, dependiendo de lo que tengan más grande o a mano. También puede ser sustituido por un coche, una guagua o un carrito de feria. Con todas esas cosas malas, ¿quién quiere andar en transporte público por las mañanas? Yo, y no por opción, obviamente. Por eso me carga cuando alguien te empuja, tú le dices que tenga cuidado y el muy desmadre te responde "¿Por qué no te vai en taxi entonces?". A esos hijos de su puta madre malparidos, yo los mataría. Juro por Ilúvatar que los mataría. ¿Acaso creen que uno viaja por gusto ahí? Claro que tomaría taxi si pudiera. Es más, me iría en jet privado si pudiera. Y aterrizaría en sus testículos, o en su útero, para que no se reproduzcan jamás nunca en la vida. Claro que tomaría taxi, para no aguantar sacoweas como esos, ni tampoco a las viejas salvajes que parecen espartanas por conseguir un asiento. Una vez, en metro Tobalaba, una vieja de esas de mierda a las que todos odiamos, me empujó hacia un lado para quedar frente a la puerta y poder sentarse. Con toda la calma del mundo y la mierda hirviendo por dentro, le dije que tuviera más cuidado y seguí leyendo mi libro. La vieja no tardó nada en responderme con un sutil "Pa' que le dai tanto color, maraca culiá". Yo quedé con mi mejor cara de WHAAAAAAAT, le dije que era muy ordinaria y traté de seguir leyendo, a lo que respondió nuevamente "¿Y pa' qué tan señorita? Las señoritas como voh son las más putas". Le habría hecho un This is Sparta, pero habían demasiados testigos y cámaras. Y tengo un perro que depende de mi, así que lo pensé mejor, hice como que leía (a esas alturas ya no sabía qué mierda decía el libro, solo quería azotar con él a la vieja) y llegó el tren. Nos subimos y la vieja de mierda, pa más recacha, se sentó en el asiento que mi trasero se disponía a ocupar. Así que me senté al lado. Para los que viajan en Línea 4, quedé sentada en ese asiento huacho que está al frente del doble. La vieja estaba sentada en el asiento de la ventana. Cuando partió el tren, me siguió hueveando. Esta vez, con susurros al oído sobre lo puta que era yo y una infinidad de cosas que mi mente bloqueó. Yo no pesqué y traté de leer, pero no pude, así que me fui haciendo nada todo el camino, mientras la vieja dormía plácidamente. Y saqué una botella de agua de esas Vital de litro con pituto para beber más cómodamente. Qué buen invento... Yo me bajaba en metro Las Mercedes y la vieja seguía durmiendo, así que me dije que éste era el momento: Cuando el tren iba llegando a la estación donde me bajaba, me crucé mi bolso de deporte y lo afirmé bien, tomé mi botella con agua y la apreté hasta el infinito en la cara de la vieja de mierda, que casi se ahogó y empezó a aletear como Magikarp por la sorpresa. Obviamente, no me quedé a ver el espectáculo, las puertas se abrieron y yo corrí por mi vida como si fuera llegando tarde a una pep de Tato (una profe de contabilidad que es muy cabrona), pero las puertas no se cerraban nunca y temí por mi vida. Por suerte, no pasó nada y cuando el metro se cerró, vi a la vieja mirarme con odio a través de la ventana, con la impotencia misma reflejada en esos ojos cumas. A mí nadie me dice maraca y sale libre, perrita, ya tú sae...

Después de esa comiquísima anécdota, volvemos al día de hoy, donde mi nazismo creció a niveles descomunales, no por una situación específica como la de la vieja flaite, aunque hoy mi trasero se fue tocando con otro poto durante el viaje y fue incómodo y asqueroso al mismo tiempo. ¿Cómo sé yo si se bañaron? Hoy me fui más apretada que de costumbre y me puse a pensar en todas esas cosas que nos pasan a diario en los viajes, cosas que hacen que quieras limpiar el planeta de los sacos de huea, mejorar la especie y castrar a la mitad de la población. Imaginen todos los beneficios que eso tendría: menos reproducción, menos contaminación, menos bocas que alimentar, menos saturación de todo... ¡Puros beneficios! Deberíamos revivir a Hitler unos meses, a ver si se deshace de tanto imbécil que anda en transporte público en estos días...


10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~

lunes, 12 de octubre de 2015

¡¡Muuuushossss Añooooossss!!

NOTA 1: Juro que quería escribir esto cuando llegué a mi casa, pero me quedé dormida en el baño, en la cama y encima del escritorio.
NOTA 2: Juro que quise escribir el sábado, pero cuando tuve tiempo ya me había quedado dormida y desperté en el sillón a las 2 de la mañana, con un poquito de baba arrancándose de la boca y las rodillas casi en llamas por la estufa.
NOTA 3: Ya es lunes en la madrugada, espero terminar y poder dormir en paz, porque anoche llegué a soñar que tenía que terminar de escribir esto xD
NOTA 4: Aún es lunes, pero ya se pasó todo el día y todavía no termino. Vergüenza en mí...

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Estaba yo, en pijama, cuando ofrecimiento salvaje para beber apareció. Obviamente, no podía rechazar tan magna invitación, menos viniendo de la vieja escuela del fan club de Sonata Arctica (sí, estuve en un fan club y hasta fui tesorera).

Todavía pasada a cama, a las 11 de la noche, me emperifollé y me abrigué como hijo único porque hacía más frío que la chachu y partí hacia el infinito (Barrio Bellavista) después de echarme en remojo en la ducha. PERO la noche empezó mal: tomé el colectivo que me deja en la plaza de Puente Alto ¡y no tenía plata para pagar! Así que le dije al chófer que me dejara ahí mismo donde me había parado y le dije: "Solo tengo $400, disculpe" (era verdad, aún no pasaba al cajero). Pero mi cara de pena y frío debe haber sido suprema, porque el caballero me llevó igual por los miserables cuatrocientos pesos y llegué a la plaza sana y salva a tomar la 210. Porque la 210 te lleva a donde tú quieras llegar oee zii~

Cuento corto, fui la única que pagó el pasaje entre unas quince personas, me senté, me puse audífonos y empezó la travesía. Sí, travesía, porque antes de llegar a Plaza Italia me vomitaron, me escupieron y me tiraron cerveza encima. ¡Y el carrete todavía ni empezaba! No se auguraba muy auspiciosa la noche...

Al llegar a Bella, recordándome a mi misma constantemente que tenía que pasar al cajero, caminamos hacia el cerro San Cristóbal conversando cosas de suma importancia, como fue el capítulo estreno de The Switch, que me perdí porque me fui a dormir temprano, luego de haber visto el infartante partido Chile - Brasil. Casi al llegar al bar (Road House Blues, vayan cabros, está re bueno y las tablas son terrible contundentes (aunque no tocan mucho blues xD)), me di cuenta que no habíamos pasado al cajero... Vuelta a empezar... Porque el único cajero estaba en Patio Bellavista (¿han entrado alguna vez a esa hueá? miras los precios y te pones a llorar por ser tan clase media), con una fila enorme. Hasta que una tipa que iba saliendo gritó algo sobre un cajero vacío más adentro. Alexis fue el encargado de ir a revisar el lugar y que no fuera el mismo cajero fuera de servicio al que ya habíamos pasado. Con Isra hicimos la fila en el primer cajero y la llamada milagrosa nos salvó de morir petrificados esperando nuestro turno. Logramos sacar dinero y fuimos al bar a tomar... Juguito de frambuesa, obvio.

Cuando llegamos, la música taladró tanto mis sensibles oídos de princesa, que quedé sorda instantáneamente, así que chiquillos, hice como que los escuché toda la noche, pero no oí una mierda de lo que decían. No habían mesas dentro del local, así que - como buenos pobres - nos fuimos a sentar a las que estaban fuera, cagados de frío y tomando cerveza helada. Bien ahí... Quisiera decir que tuvimos conversaciones trascendentes y relevantes, con mucho contenido cultural y sapiencia, pero a quién queremos engañar... Terminamos hablando de los ex, cuántos kilos habíamos ganado, qué tan mierda había terminado todo, los accidentes de auto, los tobillos quebrados, los cambios de casa, el clima y el precio del dólar (bueno, esto no lo hablamos, pero debió haber sido un tema, es muy importante). Tampoco hablamos del clima, pero bueh...

Después de ¿una hora? cagándonos de frío afuera, pasamos al interior, pedimos una tablita con pollo, papas fritas y aceitunas. El barman - amigo de mis amigos - nos llenó los vasos vacíos (qué buena canción de Los Fabulosos Cadillacs) y seguimos tomando juguito de frambuesa. Estábamos en lo mejor (haciendo nada y viendo los vídeos que pasaba el DJ por la tele) cuando empezó a sonar una campana, o eso creí (luego descubrí que era el barril de cerveza) y Alexis empezó a grabar. Resultó que el sonido era un llamado de atención al show que venía a continuación: el Casco Ruso. Gracias a lo alto de la música, primero escuché que me decían Gasco Ruso, lo cual, obviamente, no tenía sentido alguno. Pensé que ya estaba ebria con tanto jugo de frambuesa. 

El barman puso tres vasos de shot en la barra y, no estoy segura de lo que echó, pero si era rusa la cuestión debía ser kvas, obvio. Aunque, pensándolo bien, probablemente fue vodka. Nuestro pintoresco bartender le calzó un casco negro al Isra, más semejante a un casco de cotillón que a uno de verdad, y golpeó el primer vasito de shot en la barra y después en la cabeza de mi ¿desafortunado? amigo. Y me dije a mí misma: "Misma, qué chistoso esto, por eso le llaman Casco Ruso, el golpe en el...". Y mi pensamiento se detuvo cuando el barman repitió la acción, pero ahora golpeó sobre el casco con un extintor tamaño jumbo y después ¡con un jodido barril de cerveza! Si el vodka no mató unas neuronas, seguro que los últimos golpes dejaron como mínimo un tec cerrado. Y todo quedó grabado en vídeo ashe dé (quiero ver ese vídeo). Luego, Alexis, como todo un caballero, me preguntó si quería tomar un Casco Ruso... ¡Ni cagando! Ya tengo suficiente titanio en un solo pie, no quiero más placas en el resto de mi cuerpo.

Después de esa extraña y poco convencional manera de beber alcohol, seguimos en lo nuestro: de pie frente a la barra, comiendo y bebiendo. Hasta que... Compañero salvaje del Isra apareció de la nada y empezó a presumir su reloj, la pérdida de peso y su doctorado en cómo correr. Nunca entendió que tengo disfunción patelofemoral en ambas rodillas y un pie operado lleno de titanio. El tipo insistía en que yo no sabía correr y que mientras más me alejara de la bicicleta, más lograría sentir mis piernas, o algo así. Ni que fuera meditación espiritual la hueá. Después le dio el discurso sobre cómo correr al Alexis, así que me escapé y terminamos hablando de los ex con Isra, nuevamente... Después de las clases sobre cómo correr adecuadamente, el maestro de la filosofía de pies planos para correr, intentó bailar metal de manera sensual. ¡Sensual! ¡Metal! A menos que sea Girls, girls, girls, de Mötley Crüe, dudo que el metal pueda ser bailado de manera sensual. Claramente, él no lo logró. Y mis ojos jamás lo olvidarán...

La noche ya era extraña por sí sola, pero aún más extraño fue cuando el señor don barman nos hizo señas a todos los que estábamos cerca de la barra para que nos apachurráramos y empezó a servir shots de vodka con limón. Fue la peor limonagria de mi vida. Quemó hasta el infinito y, bueno, siguió quemando... Nadie preguntó de dónde venía el copete, obviamente, había que puro tomar máh ná te digo oee ziii... Después nos enteramos que había sido un polaco sentado en el extremo de la barra, que no hablaba una pizca de español. Todo mi respeto y loveo para él, que invitó a un montón de desconocidos una ronda. Quizá quería ser popular y garcharse a una minits. Pasan qué cosas en esta vida.

Cuando ya estaba empezando a animarme, dijeron que el bar cerraba y nos echaron. Literalmente: "Saben que ustedes también tienen que irse", dijo una de las garzonas washonas. Así que nos fuimos. Chaquetas cerradas hasta el cuello (¿mencioné que hacía un frío de mierda?), partimos abrazados los tres intentando coordinar los pasos. Que bueno que no era gincana, de seguro perdíamos. También nos acompañó el salvaje y sensual amigo con doctorado en cómo correr, pero cuando cruzamos Vicuña Mackenna en dirección hacia el paradero de la 210, nuestro experto en trote salió corriendo y desapareció... De la nada... Así, paff... Nos miramos con cara de qué hueá  y me devolví a buscar al tipo, preocupada, o algo así. Hasta que un  McDonald's, rebosante de comida y malos olores, se cruzó en mi camino, así que decidimos pasar. Total, mi Junaeb invitaba. Hasta que ordenamos y la cajera dijo que no había sistema. ¡Y yo que quería un Cuarto de libra con queso! Al final, Alexis se paleteó con unas hamburguesas y compartimos mesa con unos cabros que estaban haciéndose un porro ahí en el local. Suave xD Cosas que uno ve de noche en los alrededores de Bella. Eso y que los muy @#~$%& del local me apagaron la luz del baño cuando fui a orinar y tuve que achuntarle a la taza (ni que fuera baño de bus...). Nos devoramos la comida y caminamos hasta el paradero. Por primera vez en mi vida, el colectivo pasó enseguida y tampoco tuve que hacer fila. Con esa suerte, me compraba un Kino si veía un local abierto. Igual tomé el colectivo porque la 210 pasó llena y no quería estaba en condiciones de irme de pie. Así que me aburguesé y pagué colectivo, así bien pudiente. Resulta que el colectivo salía más barato de lo que tenía calculado y me alcanzó para tomar taxi hasta mi casa después de bajarme en la plaza de Puente.

Bueno, la noche había empezado mal, se puso regular y terminó más que divertida junto a los viejos amigos. Hasta que llegué a mi casa, abrí la puerta de la calle, entré y la volví a cerrar, busqué la llave de la puerta de la casa y la maldita puerta no abrió. Me dije que seguro no había entrado bien y lo intenté de nuevo. Pero nada... Luego recordé que la puerta no abre cuando están las llaves puestas al otro lado. Y, con todo el miedo del mundo, tuve que golpearle la ventana de la pieza a mi hermana para que saliera a abrirme. Respondió con un suave y amable "¡Ahhh... No me wei!", y pensé que iba a tener que pasar la noche en la casita de perro que tengo en la calle para los perritos callejeros de mi villa. Hasta que la puerta se abrió y mi hermana me miró con una cara que podría haber usado en Halloween. Le di las gracias, entré, prendí el calientacamas (con este clima tan raro preferí no sacarlo, nunca se sabe) y también encendí el computador con la idea de dedicar unos párrafos a dos grandes amigos a los que, sin darme cuenta, extrañaba bastante. Pero me quedé dormida en el baño, en la cama y encima del escritorio, así que mejor me fui a dormir. FIN.



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~










jueves, 8 de octubre de 2015

Popurrí de Hueás

Hace más de una semana que no escribo, ¡no puede ser! Bah, a quién quiero engañar...

Mil disculpas a mi tía - mi fan número uno, porque es la única que lee esto - por no actualizar el blog. Es que en esta semana he tenido mucho que hacer (mentira) y he estado muy ocupada haciendo nada. Fui al Carnaval de los Mil Tambores, trabajé en el SIMCE, discutí por correo con mi jefe de carrera, fui al Día del Cine a $1500 (¿se lo perdió? ¿en serio? qué pena...), visité a mi abuela, me compré una caja de Bon♥Bon y salí a pasear con mi perro. A continuación, el resumen semanal:

Miércoles 30

El día domingo era el día de los Cuerpos Pintados en el carnaval, así que me animé a mostrar mi no escultural cuerpo y se organizó una junta en Santiago para reunir a pintores y modelos para organizarse y/o pintarse el día domingo en Valparaíso. Resultó que los organizadores eran dos psicópatas que solo querían ver minits en pelotits, no sabían ni agarrar el pincel y más encima querían pintarnos con acuarelas y pinceles pelo de camello. Súper suave y nada tosco para la piel. Solo dos de los supuestos pintores sí sabían pintar. Mi respeto para ellos. Al final llegué a mi casa y funamos a los tipos por Facebook. Uy, ¡qué malotes que somos!

Jueves 1

Intento hacer memoria, pero ni idea qué hice.

Viernes 2

Me levanté muy temprano, lavé ropa, me teñí el pelo, me depilé (sí, a veces también ando suavecita, es que me puse shorts), hice un bolso y me fui a viajar por eso me olvidé de ustedes. Tenía bus para Valparaíso a las 17:35, pero había tanta gente viajando al mismo sitio que todo se retrasó, el bus llegó a la hora del hoyo y yo casi me hice del uno en el camino.

Estaba yo, cómodamente acomodada con el asiento de en frente incrustado en la nariz cuando me dieron ganas de ir al baño y le hice caso a mi vejiga, porque mi mamá siempre me decía que tenía que hacer pipí antes de salir. Y todos sabemos lo que significa ir al baño en un bus en movimiento: mearte hasta el alma intentando que el poto no toque la taza, porque también todos sabemos que no limpian nunca y que quizá qué otros potos se han sentado allí. Además, a eso hay que sumar que, generalmente, no hay agua para lavarte las manos, aunque dudo que sea agua lo que tienen en el bus. Y todos sabemos qué significa eso también: después de mearte y tocar las paredes para afirmarte y achuntarle a la taza con el bus en movimiento, te vas a sentar con las manos mojadas., Y no con agua. Entonces, con mi mejor cara de amabilidad, le pregunté al chófer si podía bajarme (igual no tenía idea dónde había un baño, pero confiaba en que mi vejiga llena me indicara el camino). ¡Y el muy desgraciado me dijo que no! Obligada a usar el baño del bus, pero me dije a mi misma que, al menos, no estaba en movimiento. Crucé todo el bus y me enfrenté a mi viejo enemigo: escaleras. No, esperen, ese es el enemigo de Po, el panda de Kung Fu Panda. Bueno, la cuestión es que aguanté la respiración y abrí la puerta, solo para encontrarme con esa diminuta taza llena de meado de quizá cuánta gente, con la cadena mala y mi pipí amenazando con mojar todo. Casi vomité. Quería llorar. Me devolví, me senté como pude para no aplastar tanto la panza y no mearme en el asiento y lloré por dentro. Obviamente, el bus tardó otro siglo en partir. Usted, querido lector, pensará que llegué tarde a mi destino y me meé en el camino, ¡pero no! Porque cuando el bus partió, el chófer desconectó el panel ese que te taladra el oído cuando sobrepasa los 100 k/h. Y no sé a cuánto se fue, pero ponerse el cinturón me pareció una muy buena idea en ese momento. Excepto a mi vejiga, que sufrió todo el viaje.

Cuando por fin llegué a un baño, el placer fue máximo. No me digan que no. Todos hemos estado así alguna vez y vaciar la vejiga es como tocar el cielo y flotar entre nubes. Luego,comí y me dormí, porque el sábado había que madrugar y hacer muchas actividades culturales. 

Sábado 3

Bajé de los cerros muy temprano para aprovechar el día mentira, me levanté tarde, bajé aún más tarde y me perdí todo. Pero no vi mil tambores en ningún sitio. Solo una batucada y un grupo de música africana. El negro estaba bueno (inserte aquí esa manito del Whatsapp, ya saben cual). Me dije que el domingo sí que sí me levantaba temprano. No perdí las esperanzas.

Había una fiesta pachanguera (yo poh, la más pachanguera) en el Huevo ese sábado en la noche (no sé por qué le dicen así al local, no tiene forma de huevo, aunque tal vez huela a huevo cuando ya están por cerrar), así que hicimos la previa oee zii con un vino con plátano (nadie pregunte sobre esto, no sé qué invento era) que solo alcancé a oler y se me quemaron los pelitos de la nariz. No sé por qué, pero no fuimos al Huevo sino que a la playa San Mateo, mirando el mar de gente, el mar de pichí y el mar de verdad. Nadie supo qué hacer mientras observábamos tan magno paisaje, así que nos devolvimos. Terminamos sobrios, cansados de caminar de vuelta y temprano en la casa. Y a dormir de nuevo.

Domingo 4

Me dije a mi misma "Misma, ahora sí que sí, son las 8 de la mañana, puedes lograrlo y llegar temprano a la playa, pintarte y mostrarle tu escultural cuerpo al mundo". Pero seguí durmiendo hasta las 11, bajé a la playa a la 1 de la tarde y no me pinté (igual hacía un frío de mierda esa es la excusa). Al menos esta vez sí logré ver mil tambores, aunque quién los cuenta. Hasta estuvo la Comparsa Usach, aguante la Gloriosa, rebelde y combativa: 

U-N-I Tecni 
U-N-A Tecna 
U-N-I, U-N-A UNIVERSIDAD! ¡AU!
Universidad Técnica sin los sapos
Por el Tecno
Everybody, chetumare
Sin (inserte el nombre del rector de turno)
Sin los pacos, también
¡Por-el-chico-no-hay-guagua!
¡Por el chico no hay guagua!
¡Por el chico no hay guagua!
Si la mina me dice: ¡Por el chico me duele!
Yo le digo: ¡Mijita, despacito no duele!

Claramente, un grito de guerra acorde a los estándares de la universidad y de quienes conformamos tan miscelánea y heterogénea comunidad universitaria, llena de puras mentes ilustres, como los creadores de nuestro grito. La créme de la créme nacional.


Lunes 5

Viajé muy temprano (mentira otra vez), vegeté y pensé en escribir, pero me dormí temprano porque me llamaron para trabajar en el SIMCE como examinadora de contingencia y tenía que estar a las 06:30 de la madrugada en el Centro de Operaciones.

Martes 6

Madrugué, como nunca, a las 04:30 am para poder llegar a la hora al trabajo. Lo que hace la plata... En fin, llegué allá y entré casi volando, pero un enano (que era el jefe) me paró en seco y me dijo que no podía tomar las pruebas así. ¿Así cómo, se preguntarán ustedes? "Así", me dijo, "con ese pelo". Y ahí se me salió lo nazi y se me pasaron al menos mil formas de matar a tan magno sacowea. "Es que está la Agencia de Calidad adentro", se excusó. Creo. Yo solo le veía mover la boca mientras pensaba de dónde sacar un vaso de esos chiquitos para el vino y sacarle un ojo, como Denzel Washington en The Equalizer (sale la segunda parte el 2017, por si a alguien le interesa). Igual me hizo pasar y dijo que me iba a pagar de todas formas, así que en vez de matarlo solo pensé en alguna tortura suave, pero que le dejara secuelas o al menos pesadillas.

Al final, no nos necesitaron y estuvimos toda la mañana tomando tecito y viendo películas. Qué duro trabajo el mío. Lo mejor es que nos pagan igual. Cabros, sean examinadores de contingencia. La otra semana acordamos llevar cartas y cocaví para no aburrirnos tanto.

Fui al Día del Cine con mi hermana y un amigo suyo. Vi Hotel Transilvania 2 ("bla bla bla", "yo no fui"), Lusers y Misión Rescate. Solo diré que las películas de monitos la llevan ♥

Miércoles 7

Ídem. Té, comida, películas.

Jueves 8

Nos llevaron como examinadores de apoyo a tomar el SIMCE a los segundos básicos. Pero primero me discriminaron y se llevaron a todos. El enano del día martes entró a la sala y dijo: "Uno, dos, tres, cuatro... A ver, todos ustedes. Menos ella". Y me dejó ahí, sentada, discriminada y con la tele para mí sola. Por fin no iba a temer que  ver las películas mamonas que ponen las otras examinadoras. Digo, sí, me dio penita que me dejaran ahí solo porque tengo el pelo azul. Pero después me acordé que iba a poder dormir y comer y ver tele y que me iban a pagar por eso. Y se me pasó la pena. Hasta que el enano se devolvió y exclamó, como queriendo ser simpático: "Eres la elegida, no nos queda nadie más". Y pensé que debería sacarle la lengua en vez de los ojos. Partimos en la van - porque estamos en Providencia po' oye, y allá te van a dejar en auto a la puerta del colegio que te toque -, pelando al enano, hablando de lo rubia que era la gente del primer colegio al que pasamos, de los genes, la discriminación y lo que había que hacer en los cursos, porque nadie se había leído el manual.

Honestamente, pensé que tendría que amarrar a los niños a la silla con cinta de embalaje para que no molestaran. Tal vez un poco de cinta en la boca. Pero se portaron bien, por suerte. Ya me imagino un titular en La Cuarta, con mi cara en primera plana por perder la paciencia. Hasta les gustó mi pelo y una niña me preguntó por qué mi pelo era así. Le dije que era un hada encubierta y alucinó. ¿Quién dijo que tener el pelo de pony es malo? ¡Te paseo, Agencia de Calidad de la Educación!

Lo único malo es que salí del Centro de Operaciones sin haber desayunado y no he comido nada, porque después me fui a la universidad a hacer trámites burocráticos. ¡También te paseo, Carimán y  la...! Aguante Leticia - la jefa de carrera anterior, que quedó embarazada y, cuando volvió del postnatal, Carimán ya le había aserruchado el piso -. A veces pienso que Carimán mandó a embarazar a la Lety, que todo era parte de su malévolo plan para quedarse con la jefatura y cagarnos la vida.

Como ven, estuve muy ocupada (???????).

Bien, me iré a preparar algo de comer antes de sentarme a ver el partido. Odio a Neymar, que bueno que no va a jugar. Escribí demasiado y se me agotaron las energías. Próximamente... Próximamente nada, ya se me ocurrirá sobre qué escribir. Saludos a mi tía.



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~