jueves, 24 de marzo de 2016

Diarrea

Con un título tan sutil no se podía hablar de otra cosa. Sí, efectivamente, hoy hablaremos de CACA. Si usted es muy susceptible, o tiene un gran poder de imaginación, le advierto que no siga leyendo, a menos que quiera vomitar como yo.

Todos nos hemos enfermado del estómago alguna vez: una hinchazón leve, un peo atravesado, ese completo con mayo de dudosa procedencia, ganas de vomitar si la cosa es más seria, o una diarrea que hace que te duela el potito (en ese caso, use Hipoglós si la cuestión es muy seria). Y, bueno, como era obvio, ayer me tocó a mí.

Viajé desde la u a mi casa a las 4 de la tarde, cagada de calor, sudando más que la Paty Maldonado en el gimnasio, con el metro repleto y un dolor de estómago que iba en aumento. Después de una hora y media de tortura viaje, en el que me quedé dormida a ratos, empecé a sudar y no de calor, sino por el dolor de guata que se veía venir brígido, así que apreté los cachetes no más y me fui rapidito a tomar micro pa llegar a la casa luego. Cuál fue mi sorpresa al entrar a mi casa y encontrar a mi hermana con el pololi, haciendo chocolates de pascua. Y yo con esas ganas de ir al baño que hacen que se te salgan los ojos y sientas que empiezas a ponerte verde, algo así como "Si no cago, vomito". La cosa es que tu dolor de guata tiene que ser evacuado por alguna parte. Así que evacué. En silencio. Porque habían visitas, obvio. Lo malo es que no avisé que el baño había quedado clausurado y después fue el pololi de mi hermana a lavarse los dientes. Le avisé tarde. Su cadáver aún sigue en el baño, como esas arañas que matas y se quedan a formar parte del papel mural. A él lo usaremos de paño para el piso, como es flaquito...

Pensé que mis problemas habían terminado, pero aún me sentía del terror, así que me puse pijama y fui directo a la cama. No hay nada que el sueño no alivie. Excepto la gastroenteritis aguda que tengo, eso me dijo el doctor hoy en la tarde.

Me dolía tanto la guata, que dormí bien poco, fue algo más al estilo de rodar por la cama en una semi inconsciencia soporífera. Hasta que me dieron ganas de ir al baño. Otra vez. Uno no puede ignorar al cuerpo, así que al baño partí, pero terminé vomitando como grifo abierto a la mala en un caluroso día de verano, ahogándome entre pedazos de comida, líquido de dudosa procedencia, el olor de la taza del baño y el retorcijón de guata que seguía ahí,esperando su turno para hacerme sufrir.

Cuando por fin pude cerrar el grifo que tenía por boca, me lavé los dientes, la cara, me cambié la polera y vuelta a morir lentamente en la cama. Pero no pasó ni media hora cuando de nuevo me vinieron las náuseas, la sensación de que iba a parir igual que la mina de Especies y esas ganas de querer morirme antes que vomitar de nuevo. ¿Mencioné que tengo fobia a vomitar? Es un pánico terrible y no sé por qué, supongo que es porque de pequeña siempre me enfermé mucho de la panza y me metieron Perenteryl hasta por las orejas, en la comida, en los postres, en la jalea. Juraban que así pasaba piola. Todavía me da asco ver Perenteryl en cualquiera de sus formatos: pastillas, polvo, gotitas. Y adivinen qué me recetó el doctor... Sí, Perenteryl... ¡EN PASTILLAS! ¿Por qué mierda no hacen remedios con sabor a frutilla rancia para la gente adulta? ¿Acaso creen que, porque somos mayores, nos gusta el sabor a mierda que tienen los remedios? ¿Dónde quedó la dignidad del enfermo? ¿Las ganas de vivir? ¡¿Ah?! ¡¿Dónde?! ¡Díganme! Sí, tú, farmacéutico de mierda que creas estos remedios, ¡te reto a tomarte las mierdas que produces! Ya, en serio, ¿qué les cuesta ponerle un poquito de sabor a la hueá? Si es tan mala, Dios mío...

Bueno, retomando el relato, estábamos en la parte en que fui al baño a vomitar por segunda vez. Con la garganta hecha pi** (no podría haber usado mejor esta palabra), esta vez tuve que ducharme, el lavado de cara no fue suficiente, porque vomité tanto y con espasmos tan fuertes, que pensé que me iba a morir ahogada en mi propia mierda (literal y metafóricamente; más literal, en realidad). Cada vez que me venía un movimiento peristáltico (así se llaman esos espasmos que te dan al vomitar; fue la única hueá que aprendí en biología) para vomitar, se me soltaba el esfínter. Al final, no sabía si poner en el baño el poto o la cara. Fue una difícil decisión. Opté por la cara. Y abracé la taza con fuerza durante los próximos 15 minutos. Quince minutos vomitando, ¿saben lo que es eso? El equivalente a gritar todas las canciones en un concierto de Iron Maiden y quedar sin garganta en 1/8 del tiempo y sin disfrutarlo tanto. A eso, súmale el hecho de que no solo se te irritó la garganta, sino que tienes irritado hasta el culo de tanto cagar, los intestinos de tanto contraerse, el esófago, el estómago y todas las weas de las que se supone que se compone el sistema digestivo que en este momento no recuerdo y tampoco pienso averiguar.

Duchada y completamente higienizada después de tremenda vomitada/cagada, empecé a sudar frío, a tiritar como chihuahua sin ropa en invierno y a sentirme más mareada que una noche en Blondie. Sin la euforia anterior ni estar arriba de la pelota. Más bien, me sentía como si estuviera aplastada por una cancha entera, sumergida entre el sopor del cansancio por tanto vómito y los mareos infinitos. Creo que ya no quiero pasear en barco nunca más.

Me dormí entre espasmos y retorcijones, pero en la mañana desperté fresca como lechuga. Así que me dije a mi misma: "Misma, no comes hace 24 horas y te sientes bien, qué mal puede hacerte un poco de alimento...". Y me zampé pan y medio tostado con palta y una taza de leche con plátano. En mi defensa, me habían dicho que el pan bien tostado servía para afirmar la guata (asumo que había que comérselo solo, parece xD) y que el plátano también hacía lo mismo (vuelvo a asumir que la idea era tomarlo sin leche). Pero, ¿adivine qué? Sí, fui directo al baño y me quedé sin desayuno, sin garganta y sin estómago. Así que decidí ir al doctor, no sacaba nada con seguir alargando mi sufrimiento, ni que fuera manda la hueá. Además, ya había expiado hartos pecados en forma de caca durante la tarde anterior.

Me duché, me vestí como pude y arrastré mi famélico cuerpo hasta el doctor. Parecía anciana de tan encorvada que iba, arrastrando los pies al caminar y con la misma sensación de "Si no cago, vomito". Compré mi bono, esperé al dostorsh para que me llamara y entré a la consulta. Cinco minutos se demoró en atenderme. Cinco putos minutos. Me demoré más en cerrar la puerta de la consulta y en intentar llegar a la silla que me ofreció el tipo para sentarme. Después de una revisión para nada exhaustiva, me dijo, cual sabio inmaculado venido de la mano de Dios: "Seguramente comiste algo que te cayó mal poh". Y yo quedé con cara de ¡¿QUEEEEEEEEE?! Le pago a este sujeto para que me recete drogas, no para que me diga algo tan obvio que hasta mi mamá ya sabe, con sus instintos brujos de madre.

Compré todo lo que me recetaron en la farmacia más cercana (parece que era la más cara) y me arrastré hasta un colectivo que me llevara a mi casa. No podía tomar micro, me arriesgaba a cagarme en el camino desde el paradero a mi casa y que se me cociera más el potito. 

Llegué a mi casa sana, salva y con la ropa limpia, menos mal. Alcancé a sentarme en el baño y me fui por ahí de nuevo. Por suerte, todavía no me tomaba los remedios, sino habrían quedado en el alcantarillado.

Ya me tomé los remedios y me siento bastante mejor, hasta me volvió el color a la cara y ya no parezco miembro de algún club de Gasparín. Llevo 31 horas sin comer y, en estos momentos, daría mi vida por una pizza y un pote de helado trisabor. Pero creo que tengo que ir al baño otra vez...



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~


1 comentario:

  1. Como diablos, siendo mi sobrina, no sabes vomitar y hacer caquita a la vez? Dime cómo????? A tu edad ya manejaba a la perfección la técnica (se adquiere cuando sufres de síndrome premenstrual desde que llegó tu primera regla y además eres jaquecosa). Uno de estos días te enseño (trae un perro para la nariz)

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