Uff, hace rato que no escribía. Para resumir, estas últimas semanas, todo lo que podía salir mal salió peor. Tuve un mes del orto, me fue como el cuerno en las pruebas, no me gané el Kino y mi perro tiene garrapatas, ¿qué podría salir peor? Que te inviten a jugar al amigo secreto. Con gente que no conoces.
Hace unos días, unos amigos me invitaron a una pool party, invitación que no pude rechazar. Al final, llegamos un poco tarde, nos metimos al agua y nos cagamos de frío durante dos horas. Todo para poder decir que igual usamos la piscina, aunque termináramos con terciana, los mocos congelados y el pelo tieso por el cloro. Pero nos bañamos.
Después de decidir que ya estaba bueno de hacernos los valientes, nos sacamos las fotos de rigor para zorronear que estábamos en la piscina, nos vestimos y partimos por las chelits y el copetits para pasar la noche y entrar en calorsh. En mi caso, no fue así. Estuve cagada de frío como hasta las 2 de la madrugada, por más que el dueño de casa se esmeró en pasarme toda la ropa que mi cuerpo necesitaba. Hasta calcetines me ofreció cuando dije que mis calcetas cortas de verano no abrigaban una mierda. Pero cuando me ofreció el secador de pelo, todo cambió. Gracias, señor dueño de casa ♥
Entrada la noche, el pequeño grupo en el que estaba comenzó a recordar viejos tiempos (eran todos amigos hace años y yo estaba ahí en medio), empezó a tirar tallas viejas que yo no entendía y, de repente, la frase del terror: "¿Y si jugamos al amigo secreto como el año pasado?". Obviamente, conmigo ahí haciendo el papel de La Extraña, tuvieron que incluirme en el sorteo para no crear un momento incómodo y no parecer descorteses con la invitada a quien nadie conocía. Pero empezó la discusión: usar papelitos con el nombre de cada, como antaño, o usar una aplicación que nos daría un nombre aleatorio a cada uno. Por los viejos tiempos, decidimos hacerlo a la antigua. Y no resultó. Después de intentarlo unas 4 veces, perdí la cuenta de los intentos siguientes, porque siempre había uno de nosotros que sacaba su propio nombre y había que volver a empezar. Así que nos rendimos y usamos la tecnología. No puedo creer que hayan inventado una aplicación para jugar al amigo secreto, pero existe, así que la usamos. Hubieron complicaciones con mi correo (pasan qué cosas), pero al final funcionó y todos quedamos felices, comiendo perdices y con un nombre secreto para regalarle algo.
Resulta que jugar al amigo secreto es un clásico, y mientras más, mejor. Pero es más estresante que la mierda. No sabes quién te va a tocar, por ende, puede ser tu mejor amigo o tu némesis. O sea, puedes terminar regalando el mejor obsequio del mundo o un pedazo de carbón al muy cabrón que hace de tu vida una película donde eres el tipo al que le hacen bullying todo el tiempo. Si es tu peor enemigo, está fácil: dos horas antes dices que no puedes llegar a la reunión para el amigo secreto y lo dejas sin regalo. No es que lo haya hecho alguna vez.
También, y esta es la peor situación de todas, te puede tocar un NN. Esa persona que no tenías idea que existía, ese compañero del piso 15 (tú trabajas en el 2) al que jamás le habías visto la cara, ni siquiera sabes cómo se llama, o jurabas que se llamaba Juan en vez de Roberto, ese individuo con el que nunca has compartido aunque llevan trabajando juntos los últimos 15 años, la persona que pensaste que nunca te tocaría, te tocó. Y no sabes qué hacer.
Es común que se fije una cuota máxima (o mínima, dependiendo de qué tan pudientes sean los jugadores) para que los regalos sean más o menos del mismo valor monetario y nadie se sienta menos o más por el regalo que hizo o el que le tocó. Y aquí está el otro problema: comprar un regalo que no supere el monto fijado y que no sea miserable. Existen ciertos tipos de personas que juegan el amigo secreto. La primera es la Neutra, esa que compra un regalo justo del precio indicado y puede ser perfecto o también neutro, medio fome, pero sirve. La segunda es la Detallista, no te conoce, pero igual averigua con tus conocidos qué poder regalarte, aunque sea un engañito, la cosa es salir bien parado. Suelen ser regalos prácticos. Un tercer tipo son los Cagados, esos que compran la hueá más barata del mundo en el bazar de la esquina y a última hora, te envuelven la cagá en un papel de regalo más feo que la mierda y no les importa, porque total es secreto y su miseria va a pasar piola. Muerte a todos ellos. Otra especie son los Regalo Estándar, o sea, que regalan chocolates: no importa la ocasión, siempre, siempre van a llegar con un chocolate. Puede ser un Trencito de luca o un Varsovienne de 25 mil, pero siempre va a llevar el chocolate bajo el brazo. Es la carta segura, nada arriesgado, siempre salva. También están los Pepe Pato, los que son más pudientes, porque encontraron el regalo preciso pero era más caro, porque les gusta lucirse, porque pueden. En esta categoría hay dos opciones: una, el hueón gastó más plata, pero se lució con el regalo y acertó, o, el hueón gastó más plata, pero su regalo era una mierda (pero una mierda cara), no era nada útil, pero se agradece igual. Al menos, llegó con el regalo. Por último, está el Hueón-Hueón, el hueón al que se le olvidó el regalo.
Por otro lado, están los tipos de personas que reciben los regalos secretos. Está el Ay que lindo, que encuentra todo lindo, dije, rico, buena onda, cachilupi, aunque sea un pisapapeles en forma de mojón, porque es positivo y siempre le va a encontrar la utilidad al regalo. También está el Iugh, el hueón que todo lo encuentra malo y miserable, aunque le hayas regalado un Relox 8000, de oro, bañado en super oro, con incrustaciones de diamante y engranajes de plastigoma. Nunca falta el Envidioso, ese sujeto al que le regalaste el Relox 8000, pero le gustaba la cajita musical de dos lucas de su compañero, porque no importa que su regalo haya sido el mejor, el pasto del vecino siempre es más verde. También está el Penita, esa persona a la que le tocó el regalo más mierda de todos y todos lo saben, lo miran y les da penita que haya tenido tan mala cuea (quizá su amigo secreto era el Cagado). Solemos encontrarnos también con el Falso Agradecido, categoría en la que cae la mayoría. No importa que tu regalo haya sido un pisapapeles en forma de mojón, o un Relox 8000, das las gracias al cielo divino y a todos los dioses de todos los panteones por haber sido merecedor de tan magno obsequio, te sientes dichoso, glorioso, bendecido por haber tenido la suerte que tienes. Usualmente, este sujeto se esmeró al menos un poco en el regalo para su amigo secreto, pero no ve retribuido ese esfuerzo en la mierda de regalo que le tocó. No confundir con el Ay que lindo, porque el Falso Agradecido es cínico, te va a decir que tu regalo era justo lo que quería, aunque por dentro esté llorando sangre y tu obsequio lo haga vomitar hasta la bilis. Al menos, le tocó regalo. Por último, está el Mala Cuea, el miserable y triste ser humano que era el amigo secreto del Hueón-Hueón y se quedó sin regalo.
Recuerdo un amigo secreto muy particular: estaba yo, joven y radiante, con tan solo 4 o 5 años (la cuestión es que iba en kinder) y nos tocó jugar al amigo secreto. Como éramos todos pequeños querubines de Dios (?), nuestros padres compraban los regalos por nosotros, así que no tengo idea si había un precio promedio para gastar en el obsequio. Y me tocó el papá Cagado, el regalo más mierda del mundo, comprado en el bazar a última hora y sin envolver: una alcancía. No es que fuera malo el regalo en sí mismo, todos hemos tenido alcancía alguna vez, sino la poca dedicación al asunto. Era una alcancía fea, ordinaria y tenía abollado un lado (espero que haya sido porque se les cayó en el camino y no porque estaba usada). Por último, si hubiera sido de algún monito animado, de las barbies, las tortugas ninja, alguna hueá. Pero nada, era una alcancía fea, común y corriente. Así que me tocó ser el regalo Penita, pero también fui el Envidioso, porque a otro compañero le regalaron un barco con legos, la hueá más bacan del mundo según yo (hasta el día de hoy). No como mi alcancía abollada y fea. Ese día dejaron de gustarme los amigos secretos.
En general, cuando me toca hacer un regalo soy bastante dedicada, me gusta hacer regalos. Tengo por política no regalar chocolates de luca ni peluches estándar, como los típicos osos. Ya compré mi regalo para el amigo secreto, pero no creo que pueda entregarlo en persona, así que lo enviaré por encomienda (?). Espero que éste sea mejor que otros amigos secretos, la gente con la que estuve en el mambo era super simpática, especialmente el dueño de casa que me abrigó como hija única. Agradezco que me hayan considerado en su ritual navideño y espero que a mi amig@ secret@ le guste su regalo y sea feliz (?).
10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~
Soy la falsa agradecida, siempre dejo los pies en el pavimento hirviente hasta encontrar el regalo perfecto, nada de cualquier cosita, yo me tomo mi tiempo para esto...pero por algún motivo siempre me regalan cosas que nunca usaré (el año pasado me regalaron cosas para el pelo, algo que evidentemente no necesito, pero creo que el común de los mortales piensa que uso productos tipo ultra pelo brillante 2000 y me regalan cosas para cuidar mi no cuidado cabello). Ayer, si ayer, a 2 días de Navidad nos dicen en la oficina que haremos amigo secreto, hoy dirán los sorteados, por lo mismo no participaré, es imposible que yo encuentre un regalo perfecto en 1hora (suponiendo que sepamos el nombre del amigo secreto antes de almuerzo)
ResponderEliminarYo igual me dedico a buscar un regalo, pero también me suelen tocar puras cosas chantas xD
Eliminar