jueves, 19 de noviembre de 2015

De Vacas y Otros Menesteres

Hace más de una semana que no me paso por acá y ya estaba pensando en no hacerlo hoy y dejarlo para cuando tuviera tiempo. Ya saben, en plan "Hoy tengo demasiadas cosas que hacer, lo dejaré para más tarde". Y, al fina, ese más tarde no llega nunca y aplazas eternamente lo que tenías que hacer. Esto tiene un poco que ver con la última categoría de engrupimiento nivel Dios que definí en la entrada anterior, pero sin querer queriendo. Es simplemente que no hallé tiempo durante la semana para poder escribir un poco y tampoco tenía ideas, me dije. Así que escribiré justamente sobre eso. No, no sobre no tener ideas, sino sobre cómo nos justificamos infinitamente cuando simplemente no queremos hacer algo. Porque buscar excusas es fácil, muy fácil...

Usualmente, me gusta escribir en plan chistoso, divertido, dicharachero, como dicen. Pero hoy estoy algo más nostálgica que de costumbre, medio sensible si se quiere. Quizá es porque estoy menstruando. Sí, estoy menstruando y lo acabo de publicar en una red social, ¿algún problema? Ok, eso fue un poco agresivo xD Me comportaré como cualquier mujer promedio (sin ofender) y culparé a la regla de todos mis males, del hambre en África y de mi vida en general. Además, estoy con una jaqueca de los mil demonios y no ayuda.

Ahora sí, a lo que vine: hacer que mientras usted lee esto se sienta miserable y conformista, lleno de vacas en su vida. Tantas, tantas vacas que podría tener un rebaño entero y usarlo para comercializar. ¿Por qué hablo de vacas? Bueno, hace un tiempo me prestaron un pdf con el título "La Vaca", así bien sencillito. Aquí está el link por si, después de leer esto y odiarme o darme las gracias, quiere saber más sobre el asunto.

Resulta que a veces vamos por la vida diciendo que no tenemos tiempo para compartir con la familia, la pareja, el perro, con nosotros mismos. Para hacer cosas sencillas como perder el tiempo escribiendo en un blog, dormir la siesta, viajar por el mundo o dejar de tenerle miedo a las arañas. Básicamente, nos justificamos con que así estamos bien, porque podríamos estar peor y, al final, las cosas no están tan mal. Así que seguimos el mismo camino que siempre hemos seguido, con una suerte de conformismo no asumido, porque nadie quiere que te apunten con el dedo y te digan "Eres un conformista de mierda y, si sigues así, se te va a pasar la vida sin hacer nada". Al menos a mí no me gustaría que me lo dijeran en la cara, mínimo que sea en privado y me alimenten primero para aplacar a la bestia (?). Justamente, este texto habla sobre el conformismo en el que nos acostumbramos a vivir a diario y que termina volviéndose nuestra realidad. Es como cuando dices tanto una mentira que al final terminas creyéndotela.

El libro empieza con el autor contando sobre cómo se enteró del cuento de la vaca y por qué quiere compartirlo con el mundo, en plan Paulo Coelho, pero directo a la vena, sin metáforas e historias extrañas donde te buscas a ti mismo y tu esposa te espera al final de la travesía con una espada. Sí, odio a Paulo Coelho, pero lo he leído para poder opinar. Y porque me regalaron unos libros, que reafirmaron mi postura al respecto. Pero, si usted está enamorado o le gusta alguien y cree que es el amor de su vida o, al menos, el amor de su vida en este momento de su vida, regálele "Brida", es una historia muy linda sobre las almas gemelas y por qué a veces podríamos querer a más de una persona a la vez. No, no justifica su calentura, si eso pensó. Ahora, si a su pareja no le gusta leer, déjela. Nadie merece vivir sin amar al menos un libro en su vida. Igual, no venía a hablar de ese libro. Otro día haré reseñas sobre mis libros favoritos. Un día en el que no tenga nada interesante para escribir, como hoy.

La historia de la vaca es una enseñanza de un maestro a su discípulo y empieza como cualquier enseñanza en plan Karate Kid: el maestro se lleva al discípulo a un viaje por la pobreza de los campos de algún lugar donde los campos y la gente eran muy pobres. Ambos llegan a una casucha pobre, pero no pobre, sino paaaaaaaaaabre, así como la Botota cuando era cabro chico. Al estilo mediaguas de campamento, me imagino yo, pero sin antena de Direct TV en el techo. En esta casita vivían 8 personas y solo sobrevivían con la leche que les daba la vaca, una vaca flaca como perra callejera vieja después de parir. Figúrese usted, así de flaca. Pero, a pesar de lo escuálida que era la vaca, la familia paaaaaabre de esta casuchita era envidiada por sus vecinos (ya saben eso de el pasto del vecino siempre parece más verde) porque ellos eran aún más paaaaabres y no tenían ni siquiera una miserable vaca, aunque estuviera escuálida y diera leche en polvo (?). Maestro y aprendiz se alojaron con esta familia una noche y partieron en silencio después. Aquí viene el PERO y la enseñanza. Pero antes de partir, en el más silencioso silencio, el maestro tomó a la vaca y la tajeó oee! El discípulo estaba en shock porque su maestro, que parecía tan sabio, había eliminado el único sustento que esa pobre y casi indigente familia había tenido. La cuestión es que el viejo no le dio ninguna explicación a su aprendiz y se largaron antes que el dueño de casa cachara que se habían echado a su vaca. 

Pasado un año, el maestro le dijo a su discípulo que volverían a visitar a la paaaaabre familia con la que habían estado, pero no encontraron la casa con la que se habían topado la última vez, sino que vieron una casa más decentita, de esas con porche, tal vez, pintura en damasco y ventanas con cortinas lindas. Y, para sorpresa del aprendiz, que obviamente no cachaba ná de la vida hasta entonces porque era pollo, el hombre que abrió la puerta era el mismo que los había recibido antes, pero tenía ropa limpia y olía a higienizado. El tipo les explicó que alguien se había echado a su vaca (algún vecino envidioso de su progreso, seguramente) y que la familia había estado a punto de morir, pero que lograron salir adelante porque no podían morirse de hambre simplemente porque la vaca se les había muerto, así que buscaron otras fuentes de sustento y se hicieron prósperos granjeros. Todo gracias a la vaca muerta, que los libró de la miseria y los llevó a la gloria que jamás habrían conocido si la vaca siguiera con vida.

La moraleja es que, al igual que la familia de la historia, a veces nos conformamos con lo que tenemos porque creemos que podríamos estar peor aún. Y nos aferramos a vacas metafóricas que nos impiden avanzar en la realización de nuestros sueños, o lo que sea. Pero, si logramos deshacernos de nuestras vacas, podremos ver que hay mucho más de lo que creemos, de lo que vemos o percibimos como estar bien

El texto define las excusas, en general, como las vacas más frecuentes, pero también puede ser un pensamiento irracional que nos paraliza y no nos deja actuar. Como cuando veo una araña y siento que se me suelta el esfínter, se me aflojan las piernas, me sudan las manos y quiero desmayarme, todo al mismo tiempo. Bueno, en eso pensé yo cuando leí esa parte. También están las justificaciones, que son vacas disfrazadas, según el autor, que son explicaciones para, y voy a redundar, justificar el por qué de estar como estamos. En resumen, todo es para eludir nuestra responsabilidad frente a las cosas que hacemos, o dejamos de hacer, a pesar de que siempre ha estado todo bajo nuestro control. Pero somos expertos en culpar a los demás.

Así que deje de excusarse y haga las hueás, no lo piense tanto, viva más, carpe diem, así es la vida, juegue, ríase, duerma, saque a los brocacochis a la plaza, cómprese una moto y salga a recorrer la carretera, hágale una fiesta sorpresa al perro para su cumpleaños perruno si quiere, métase a clases de yoga o zumba, baje de peso, busque otro trabajo si el que tiene no le gusta, aprenda alemán, deje las penas saladas y ponga más azúuuuuucar, como Celia Cruz, juegue Kino aunque no se lo gane, vaya al bingo fome que organizaron en su barrio, converse con los vecinos, hágase presidente de la directiva del curso de su hijo, aprenda a bailar salsa, escale el Everest, sepárese o cásese (según sea el caso), salte en bungee, haga rafting, coma dentro del supermercado y después no lo pague, deje de usar ropa interior (ojalá pudiera dejar los sostenes), rápese... Pero, por favor, deje de excusarse con que el tiempo, el nivel del mar, la alineación de los planetas, la dirección del viento, su miedo a esto, el temor a aquello, etcétera. Creo que la metáfora y la enseñanza quedaron más que claras.

Al menos yo, me deshice de una vaca escribiendo hoy. Pero tengo que estudiar más que la mierda, así que me quedan muchas vacas aún. Por ejemplo, Evaluación de Proyectos. Y culparé directamente a mi jefe de carrera, que tardó 3 semanas en inscribirme el ramo y me atrasó eternamente para poder ponerme al día. Es más fácil culparlo a él porque es un burócrata de mierda, en vez de asumir que no conozco a nadie en el curso y no sabía a quién hablarle porque soy tímida para conseguir un cuaderno decente y poder estudiar. Pero ahora se me juntaron las pruebas de los 5 ramos y estoy hasta las pelotas con materia que leer, ejercicios matemáticos que no sé hacer, con menos de 5 horas diarias de sueño, clases de natación 4 días a la semana, clases de flamenco, un perro que sacar a pasear, una abuela a la que no he visitado hace mucho tiempo (mami, te amo), y una cama a la que no le he cambiado las sábanas no me acuerdo desde cuándo.

Estúpidas lecturas que te carcomen la mente y te hacen pensar en lo basura que eres a veces... ¡Te odio, Paulo Coelho!



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~




1 comentario:

  1. Lo leí hace 8 años y así es, existen, cuesta matarlas...aunque no lo creas he matado varias...Nada menos que todo un hombre y 24 horas en la vida de la una mujer ...

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