viernes, 25 de diciembre de 2015

Calurosa Navidad


♪♪ Calurosa Navidad
Arriba el sol quemando nuestras calles
Calurosa Navidad
Es el sudor que moja nuestros trajes

Aquí no nieva nunca
Aquí no hay noches blancas
No hay guerras de nieve
Pero hay bombas de agua, bombas de agua ♪♪


De todas las canciones navideñas del mundo, ésta es la mejor, por lejos. Refleja exactamente lo que significa la Navidad en este lado del mundo: cagarse de calor, nada de nieve, sandía en verano, duchas frías, andar en ropa interior/desnudo por tu casa. Anoche hizo un calor del terror y terminé resfriada con este clima de mierda.

Mi Navidad empezó el lunes pasado, cuando fui a  Meiggs a comprar lo que necesitábamos mi hermana y yo para hacer nuestro clásico regalo de todos los años: galletas. Porque con los años me di cuenta que a nadie le importa lo que le regales, sino cuánto le regales, así que decidí dejar de estresarme buscando el regalo perfecto porque nadie valora el esfuerzo, monetario y emocional, de ese regalo. Resulta que terminé comprándole un nuevo traje navideño a mi perro (el anterior se lo comió en algunas partes), calzas, demasiadas mostacillas, pocas cajas para envolver las galletas, me insolé, sudé demasiado, trataron de robarme el monedero, solo encontré la mitad de lo que necesitaba y me tomé un mote con huesillos.

Llegué tarde a mi casa porque el consumismo, el sistema imperante, el capitalismo, la fiebre navideña, el nacimiento del Pulento y el exceso de calor hacen que todo sea el triple de lento, caluroso, tedioso y agotador. El martes, llegué tarde a clases. El miércoles no fui a clases, desperté temprano (para mí, las 10 de la mañana es como madrugar), desperté a mi hermana (ardua tarea) y empezamos a amasar, cortar, hornear, sudar, bostezar, comer, seguir sudando con el horno y cabreadas, porque hacía un calor de mierda, mi casa es pequeña y el calor se demoraba menos que un pestañeo en llegar a todas partes, especialmente a mis axilas. Al final, terminamos de hornear a las 2 de la mañana, dormimos una mierda y nos levantamos el jueves a seguir horneando, cortando masa, adornando, llorando sangre, sudor y nada de lágrimas, porque el calor nos tenía deshidratadas y se nos iba todo el líquido en transpirar hasta por pestañear. Así que si usted probó nuestras galletas y las encontró un poquito saladas, ya sabe por qué.

El problema empezó cuando llegó mi progenitora del trabajo y teníamos el puto desmadre en toda la casa: la mesa llena de galletas sin adornar, las adornadas derritiéndose por el puto calor, fuentes con galletas recién horneadas sobre el mueble de la tele, en las sillas del comedor, encima de la cocina, sobre los sillones, en la mesa de centro... El único contento era mi perro, que corría a comerse todas las galletas que se desbordaban y caían al piso. Lo bueno es que no tuvimos que preocuparnos por limpiar el suelo, el Dante se encargó de todo. Quizá por eso no comió comida de perro ayer y la caquita le salió en arco iris por los colores del glaseado. Mi madre estaba furiosa, quería cocinar para poder cenar y nosotras todavía ni empezábamos a empaquetar nuestros regalos. Otro inconveniente fue cuando nos pidieron las budineras, llenas de galletas, para preparar la cena, Y tuvimos que meternos las galletas en un lugar que usted no quiere saber...

Pero después de arduas horas de deshidratación, la cara de mi madre presionándonos por terminar, y  mi perro harto de comer galletas quebradas, terminamos. A la hora del hoyo, porque se supone que teníamos que llegar a cenar con mi padre (mis viejos son separados) a las 21:30, pero a esa hora estábamos terminando de envolver las galletas, sin ducharnos y aún no habíamos pensado en qué ropa ponernos. Digo, la gente presume sus fotos felices en las redes sociales, tengo que verme bien al menos una vez al año. Así que mi hermana se fue a duchar primero, siempre eludiendo la parte aburrida de cocinar: limpiar el cerro de mierda que dejamos tras las galletas. Me calzó, como siempre. Pero no quise hacer bulla al respecto, porque es más enojona que yo y se taima altiro. Así que ella se echó en remojo mientras yo limpiaba y después intercambiamos roles. Mi mamá seguía enojada porque me había demorado mucho en la ducha y ya habían empezado a cenar sin mí.

Después de quedar pochos comiendo, abrimos los regalos antes de las 12 y, sorpresa, cosas muy pulentas y útiles, justo como me gusta en un regalo. Quiero hacer una mención especial a mi tía Evelyn, única lectora de este blog y mi fan número uno, que cree que sus regalos no nos gustaron. Tía, resulta que las cosas que nos regala son caras y mi presupuesto de estudiante no me permite pasar de la crema de lechuga con olor a verduras, y menos comprarme un perfume, ni siquiera una colonia de Avon con olor a pachuli, así que sus presentes son muy bienvenidos y siempre los uso. De hecho, espero los cumpleaños y navidades. Lo bueno es estoy de cumpleaños a mitad de año, así que sé que justo dos veces al año voy a poder cambiar de perfume. Además, piense que nuestras galletas tampoco son la gran cosa, pero están hechas con amor para usted (y le hicimos una caja aparte para que no se comieran las suyas; aún nos quedan, venga a buscar si se le hicieron pocas) y eso es lo que cuenta. Al igual que su regalo, porque es muy útil para nosotras. Y a mí, como a usted, me gustan los regalos útiles. La amo ♥

Resultó que me había puesto la ropa elegante antes de cenar y me eché medio plato de comida encima (todavía no aprendo a comer). Vuelta a escoger qué ponerse... Opté por lo clásico y me puse mi vestido estándar-salva-ocasiones-combinable-con-todo y partimos a la cena con mi padre. Sí, tuve doble cena de navidad. Esa enorme mancha de aceite en mi ropa valió la pena.

De camino a la casa de mi padre, me fui coreando unas cumbias clásicas con mi hermana: el Maestro, Ráfaga, Amar Azul, Sabrina, puros hits. La emoción no duró mucho porque mi papá estaba enojado. No es que nuestra ausencia o presencia en su casa fuera a cambiar el curso de la historia y el mundo tal como lo conocemos, pero ya eran casi las 12 y todavía no llegábamos, así que fue comprensible que se enfureciera. Lo bueno es que llegamos justo cuando estaban empezando a servir la mesa y, como no es mi casa, me dijeron que me sentara y no tuve que ayudar en nada, ni lavar loza después de comer. En esta cena no me manché nada, de postre había flan de coco y tomé bebida hasta la muerte. Hoy estuve orinando mucho rato debido a lo último. Ni hablar de que quedé hinchada como pez globo y parecía galón de 15.

Entonces, llegó el momento de abrir los regalos. Como hay dos niños en la familia, y no somos ni mi hermana del medio ni yo, habían infinitos juguetes. A mi hermana más chica le regalaron tantos estereotipos y trabas mentales, que quise vomitar. Pero no era mi casa. Ni mi familia. Es increíble como nos parece tan normal regalar a las niñas coches de muñeca, barbies, carritos de supermercado, cocinas, juegos de té, pinturas... Al otro niño presente, lo mismo: estereotipos masculinos por kilos, autitos, skate, un monster truck a control remoto, cosas de niño. Lo único que yo quería era salir a probar el monster truck y terminamos probando las burbujas gigantes. Recuerdo que, cuando era pequeña, mis padres me regalaban puzles, libros, y también cosas de niña. Tuve muchas muñecas que terminaron peladas de tanto cortarles el pelo, otras que parecían payaso asesino por el rush rojo de mi mamá que yo me comía a mascadas, pero las complementaban con esas otras cosas que no eran propias de mi género. Resulta que mi hermana pequeña y el otro niño están tan estereotipados por los adultos, que da vergüenza. Y es culpa de los adultos, que no se dan cuenta de lo que realmente hacen los niños cuando juegan entre ellos. Mientras esperábamos la cena, le pregunté a mi hermana menor y al otro niño a qué jugaban y me respondieron que a las visitas. El chico tomaba las muñecas y jugaba con ellas, eso no lo hace gay. Mi hermana tomaba un caballo y lo hacía volar como un superhéroe, hacía sonidos de explosión y gritaba cuando moría. Y yo sigo sin entender por qué los adultos encuentras anormal que a las niñas les gusten los autos o jugar a la pelota y que los niños acunen en sus brazos a una muñeca. Cuando chica, yo quería ser ninja.

Cuando llegó el turno de mi regalo, ya que es todo un ritual esto de abrir los presentes, me estaban grabando con un celular y un flash de mierda que me cegaba. Destrocé el papel, saqué el obsequio y se me cayó la cara, porque era lo mismo que me había regalado mi madre. Como mis viejos son separados y no se hablan entre ellos, sin querer, compraron lo mismo. Pero tuve que sonreír, hacerme la sorprendida y agradecer igualmente. Ahora no sé qué hacer con estos dos regalos. Lo bueno es que a mi hermana del medio le regalaron una bicicleta, lo que significa que dejará de usar la mía y yo podré dejarla en el patio juntando polvo por el poco uso como corresponde.

Esta navidad fue extraña, como express, a la rápida, no me gustó. No lo pase mal, ojo. Comí rico y por dos, el viejito me trajo muchas cosas cheveres que me hacían falta y no compro porque soy una holgazana mantenida que no se puede/quiere costear ciertas cosas aún (ahora viene el típico comentario de "Claro, pero para irte a mochilear te sobra la plata" xD). Pero sí, estuvo extraña. Lo mejor fueron las galletas porque me gusta compartir con mi hermana (ahora que somos tres, tengo que decir con mi hermana del medio) y ver su evolución en el proceso de las galletas: estar contenta y motivada, después chata de todo, enojada, luego riéndose porque me mandé algún cagazo, porque siempre se me queman las galletas, también a punto de llorar porque no hemos dormido ni comido bien horneando 400 galletas... Todos los años digo que no háré galletas nunca más, pero en el fondo me gusta.

Espero que su navidad haya sido chévere, que no le hayan regalado calcetines, peinetas o manteles, como a Patana, que haya comido mucho y dormido poco (esa es la premisa de estas fechas), y, por sobre todo (ahora el típico comentario estándar de estas fechas), disfrutado con sus seres queridos, ya sea consumiendo en exceso o regalando paz y amor, cada quien tiene su manera de ser feliz, eso no se juzga. Lo importante es pasarlo bien.


¡Feliz Navidad ♥!



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~



martes, 22 de diciembre de 2015

Amigo Secreto

Uff, hace rato que no escribía. Para resumir, estas últimas semanas, todo lo que podía salir mal salió peor. Tuve un mes del orto, me fue como el cuerno en las pruebas, no me gané el Kino y mi perro tiene garrapatas, ¿qué podría salir peor? Que te inviten a jugar al amigo secreto. Con gente que no conoces.

Hace unos días, unos amigos me invitaron a una pool party, invitación que no pude rechazar. Al final, llegamos un poco tarde, nos metimos al agua y nos cagamos de frío durante dos horas. Todo para poder decir que igual usamos la piscina, aunque termináramos con terciana, los mocos congelados y el pelo tieso por el cloro. Pero nos bañamos.

Después de decidir que ya estaba bueno de hacernos los valientes, nos sacamos las fotos de rigor para zorronear que estábamos en la piscina, nos vestimos y partimos por las chelits y el copetits para pasar la noche y entrar en calorsh. En mi caso, no fue así. Estuve cagada de frío como hasta las 2 de la madrugada, por más que el dueño de casa se esmeró en pasarme toda la ropa que mi cuerpo necesitaba. Hasta calcetines me ofreció cuando dije que mis calcetas cortas de verano no abrigaban una mierda. Pero cuando me ofreció el secador de pelo, todo cambió. Gracias, señor dueño de casa ♥

Entrada la noche, el pequeño grupo en el que estaba comenzó a recordar viejos tiempos (eran todos amigos hace años y yo estaba ahí en medio), empezó a tirar tallas viejas que yo no entendía y, de repente, la frase del terror: "¿Y si jugamos al amigo secreto como el año pasado?". Obviamente, conmigo ahí haciendo el papel de La Extraña, tuvieron que incluirme en el sorteo para no crear un momento incómodo y no parecer descorteses con la invitada a quien nadie conocía. Pero empezó la discusión: usar papelitos con el nombre de cada, como antaño, o usar una aplicación que nos daría un nombre aleatorio a cada uno. Por los viejos tiempos, decidimos hacerlo a la antigua. Y no resultó. Después de intentarlo unas 4 veces, perdí la cuenta de los intentos siguientes, porque siempre había uno de nosotros que sacaba su propio nombre y había que volver a empezar. Así que nos rendimos y usamos la tecnología. No puedo creer que hayan inventado una aplicación para jugar al amigo secreto, pero existe, así que la usamos. Hubieron complicaciones con mi correo (pasan qué cosas), pero al final funcionó y todos quedamos felices, comiendo perdices y con un nombre secreto para regalarle algo.

Resulta que jugar al amigo secreto es un clásico, y mientras más, mejor. Pero es más estresante que la mierda. No sabes quién te va a tocar, por ende, puede ser tu mejor amigo o tu némesis. O sea, puedes terminar regalando el mejor obsequio del mundo o un pedazo de carbón al muy cabrón que hace de tu vida una película donde eres el tipo al que le hacen bullying todo el tiempo. Si es tu peor enemigo, está fácil: dos horas antes dices que no puedes llegar a la reunión para el amigo secreto y lo dejas sin regalo. No es que lo haya hecho alguna vez.

También, y esta es la peor situación de todas, te puede tocar un NN. Esa persona que no tenías idea que existía, ese compañero del piso 15 (tú trabajas en el 2) al que jamás le habías visto la cara, ni siquiera sabes cómo se llama, o jurabas que se llamaba Juan en vez de Roberto, ese individuo con el que nunca has compartido aunque llevan trabajando juntos los últimos 15 años, la persona que pensaste que nunca te tocaría, te tocó. Y no sabes qué hacer.

Es común que se fije una cuota máxima (o mínima, dependiendo de qué tan pudientes sean los jugadores) para que los regalos sean más o menos del mismo valor monetario y nadie se sienta menos o más por el regalo que hizo o el que le tocó. Y aquí está el otro problema: comprar un regalo que no supere el monto fijado y que no sea miserable. Existen ciertos tipos de personas que juegan el amigo secreto. La primera es la Neutra, esa que compra un regalo justo del precio indicado y puede ser perfecto o también neutro, medio fome, pero sirve. La segunda es la Detallista, no te conoce, pero igual averigua con tus conocidos qué poder regalarte, aunque sea un engañito, la cosa es salir bien parado. Suelen ser regalos prácticos. Un tercer tipo son los Cagados, esos que compran la hueá más barata del mundo en el bazar de la esquina y a última hora, te envuelven la cagá en un papel de regalo más feo que la mierda y no les importa, porque total es secreto y su miseria va a pasar piola. Muerte a todos ellos. Otra especie son los Regalo Estándar, o sea, que regalan chocolates: no importa la ocasión, siempre, siempre van a llegar con un chocolate. Puede ser un Trencito de luca o un Varsovienne de 25 mil, pero siempre va a llevar el chocolate bajo el brazo. Es la carta segura, nada arriesgado, siempre salva. También están los Pepe Pato, los que son más pudientes, porque encontraron el regalo preciso pero era más caro, porque les gusta lucirse, porque pueden. En esta categoría hay dos opciones: una, el hueón gastó más plata, pero se lució con el regalo y acertó, o, el hueón gastó más plata, pero su regalo era una mierda (pero una mierda cara), no era nada útil, pero se agradece igual. Al menos, llegó con el regalo. Por último, está el Hueón-Hueón, el hueón al que se le olvidó el regalo.

Por otro lado, están los tipos de personas que reciben los regalos secretos. Está el Ay que lindo, que encuentra todo lindo, dije, rico, buena onda, cachilupi, aunque sea un pisapapeles en forma de mojón, porque es positivo y siempre le va a encontrar la utilidad al regalo. También está el Iugh, el hueón que todo lo encuentra malo y miserable, aunque le hayas regalado un Relox 8000, de oro, bañado en super oro, con incrustaciones de diamante y engranajes de plastigoma. Nunca falta el Envidioso, ese sujeto al que le regalaste el Relox 8000, pero le gustaba la cajita musical de dos lucas de su compañero, porque no importa que su regalo haya sido el mejor, el pasto del vecino siempre es más verde. También está el Penita, esa persona a la que le tocó el regalo más mierda de todos y todos lo saben, lo miran y les da penita que haya tenido tan mala cuea (quizá su amigo secreto era el Cagado). Solemos encontrarnos también con el Falso Agradecido, categoría en la que cae la mayoría. No importa que tu regalo haya sido un pisapapeles en forma de mojón, o un Relox 8000, das las gracias al cielo divino y a todos los dioses de todos los panteones por haber sido merecedor de tan magno obsequio, te sientes dichoso, glorioso, bendecido por haber tenido la suerte que tienes. Usualmente, este sujeto se esmeró al menos un poco en el regalo para su amigo secreto, pero no ve retribuido ese esfuerzo en la mierda de regalo que le tocó. No confundir con el Ay que lindo, porque el Falso Agradecido es cínico, te va a decir que tu regalo era justo lo que quería, aunque por dentro esté llorando sangre y tu obsequio lo haga vomitar hasta la bilis. Al menos, le tocó regalo. Por último, está el Mala Cuea, el miserable y triste ser humano que era el amigo secreto del Hueón-Hueón y se quedó sin regalo.

Recuerdo un amigo secreto muy particular: estaba yo, joven y radiante, con tan solo 4 o 5 años (la cuestión es que iba en kinder) y nos tocó jugar al amigo secreto. Como éramos todos pequeños querubines de Dios (?), nuestros padres compraban los regalos por nosotros, así que no tengo idea si había un precio promedio para gastar en el obsequio. Y me tocó el papá Cagado, el regalo más mierda del mundo, comprado en el bazar a última hora y sin envolver: una alcancía. No es que fuera malo el regalo en sí mismo, todos hemos tenido alcancía alguna vez, sino la poca dedicación al asunto. Era una alcancía fea, ordinaria y tenía abollado un lado (espero que haya sido porque se les cayó en el camino y no porque estaba usada). Por último, si hubiera sido de algún monito animado, de las barbies, las tortugas ninja, alguna hueá. Pero nada, era una alcancía fea, común y corriente. Así que me tocó ser el regalo Penita, pero también fui el Envidioso, porque a otro compañero le regalaron un barco con legos, la hueá más bacan del mundo según yo (hasta el día de hoy). No como mi alcancía abollada y fea. Ese día dejaron de gustarme los amigos secretos. 

En general, cuando me toca hacer un regalo soy bastante dedicada, me gusta hacer regalos. Tengo por política no regalar chocolates de luca ni peluches estándar, como los típicos osos. Ya compré mi regalo para el amigo secreto, pero no creo que pueda entregarlo en persona, así que lo enviaré por encomienda (?). Espero que éste sea mejor que otros amigos secretos, la gente con la que estuve en el mambo era super simpática, especialmente el dueño de casa que me abrigó como hija única. Agradezco que me hayan considerado en su ritual navideño y espero que a mi amig@ secret@ le guste su regalo y sea feliz (?).



10-4, mis queridos y no asiduos lectores de este disfuncional blog ♥~